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lunes, mayo 20, 2024

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El músico valenciano Migue Sonka publica ‘¡Che India!’, anticrónica de viajes visceral del país más poblado del mundo

¿Por qué los españoles ya no viajamos a la India? En 2022 apenas 15.000 turistas nacionales visitaron el vasto país del sudeste asiático. Un 85% menos respecto a los 100.000 de 2019, el mayor pico hasta la fecha, según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Para refrescarnos los inconfundibles encantos de la nación más poblada del mundo (1.428 millones de habitantes), Harkonnen Books acaba de publicar ‘¡Che India!’: anticrónica de viajes, visceral y entrañable, sobre las peripecias del músico valenciano Migue Sonka en las lejanas tierras del Indostán a finales del siglo XX. A la venta en Amazon y Harkonnen.es, en eBook (4’99€) y tapa blanda (23€).

El viaje de su vida

¿Por qué un mánager abandona el negocio de la música en lo más alto y acaba como amigo de Teresa de Calcuta? “La India es uno de los pocos países que cambia a todo aquel que lo visita, llegues de donde llegues”, apunta Miguel Ángel Vercher (1958), desde su palacio de Gilet. La mayoría no lo recuerda, pero fue uno de los empresarios musicales de mayor éxito en los 80 y 90. Se hizo millonario girando por TODA España con tres grupos valencianos para la historia: Los Inhumanos, Vídeo y Seguridad Social, con los que ganó tres Discos de Oro y dos de Platino.

También llevó a la Comunidad Valenciana a Mecano, Isabel Pantoja, Alejandro Sanz, Miguel Bosé, Los del Río, Rosario, Glamour y La Mode entre otras estrellas nacionales. Además de bandas internacionales como Spandau Ballet y Status Quo. Llegó a producir más de 2.000 eventos musicales… Estresado, pero “forrado”, el viernes 6 de octubre de 1995 escapa en busca de la paz interior, cámaras y guitarra en mano: seis meses entre la India y Nepal que “me marcarían para siempre”. Allí los Hare Krishna le darían su nuevo nombre: Sonka.

Migue Sonka rodeado de recuerdos en su casa de Gilet. SURAY VERCHER.

Amar la austeridad

A modo de diario fragmentado, con un estilo espontaneo y directo que emplea su propio glosario, describe la crudeza del día a día para un extranjero, cuyas desgracias rezuman una vis cómica que parece dibujada por el mismo Ibáñez, una suerte de Filemón en la India: sobrevivirá a zumos podridos y virus estomacales agudos, cambios de temperatura en alojamientos insalubres con arañas gigantes y colchones plagados de chinches, intentos continuados de estafa, trayectos de más de 40 horas en vagones hacinados de trenes sin litera con lavabos putrefactos, duchas sin agua, playas donde defecan miles de personas, controles interminables en los aeropuertos…

Sin embargo, descubrirá el significado de la palabra amor mientras lava los cuerpos famélicos de abuelitos a punto de morir de inanición, a su alrededor los tullidos gimen con las piernas comidas por los gusanos… Cantará canciones para los niños huérfanos de Shishu Bhavan y se alimentará a base de leche y vegetales en el templo Hare Krishna de Bubanesuar, cocinará para entregárselo a los pobres y recitará sus mantras con los bramanes a orillas del Ganges… Migue Sonka llegará a “amar la austeridad” y encontrará la felicidad deambulando como uno más entre los pescadores de Puri… Conocerá las piezas de las que está hecho y aprenderá a reparar sus propias averías: “Aquí cada persona te considera por lo que eres y haces hoy”. Solo se vive el presente.

El sentido de la aventura

Jammu, Karnataka, Goa, Mumbai, Benarés, Jhodpur, Mangalore, Katmandú, Okhaladhunga… Sonka detalla costumbres, ceremonias y recetas de lugares ignotos. “Aunque ahora parezca increíble, escribía a mano una carta diaria que enviaba a su mujer en Valencia por correo postal”, explica su editor Antonio Dyaz. Una vez de vuelta al Mediterráneo, mecanografió su correspondencia acumulada y aquellos testimonios pasaron al disco duro de un portátil “donde han permanecido olvidados 30 años”.

Jornada a jornada, Migue Sonka comparte sus cambios de ánimo, nos cautiva la sinceridad de sus emociones, de la ira, el asco y la frustración al alivio, la diversión y la serenidad. La palabra aventura cobra aquí otro sentido, no elegida por típica, si no por retrotraernos a “una forma de viajar que se ha perdido, anterior a las redes sociales, Internet y los teléfonos móviles, cuando tardabas incluso una semana en poder llamar a España”. Sus experiencias se implican en la cultura y gentes del lugar: “Ahora solo queremos hacernos un selfi”.

Amor y una sonrisa  

Migue Sonka contempla embobado el amanecer en la selva de Bengala y se hace pasar por biólogo para visitar un criadero de cocodrilos y serpientes (donde le pica una pitón), asombra a los niños de un mercado con trucos de magia, se afeita la cabeza y se viste como los monjes, escribe enfebrecido sobre personajes reales que parecen imaginados, asiste espantado a linchamientos en plena calle donde el pueblo se toma la justicia por su mano, plazas repletas de policías alucinados bajo los efectos del bang lasie… Tres décadas después, ha regresado nueve veces a la nación que pronto pasará a llamarse Bharat, pero nunca olvida lo único que le pedía a la vida su amiga la Madre Teresa: amor y una sonrisa.

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