Por Guido Calderón
Consumir alimentos en su forma natural y sin procesar es normal, ancestral y se remonta a los orígenes de la humanidad. Las personas ingerían alimentos integrales para satisfacer sus necesidades nutricionales y de salud: granos enteros, frutas, verduras y proteínas sin procesar eran las sanas dietas tradicionales.
Con la Revolución Industrial, vino el refinamiento y procesamiento para extender la vida útil de los alimentos, mejorar su sabor, textura y hacerlos accesibles a bajo costo; pero con la pérdida de los nutrientes de las partes no refinadas o separadas, como las cascaras de cereales como el trigo.
Los alimentos integrales son los que encuentran en su forma natural y sin procesar o sin refinamientos significativos. Estos alimentos contienen todas las partes originales del grano, la semilla o el alimento, incluidos el salvado, el germen y el endospermo. En el caso de granos enteros, implica que la cáscara exterior, rica en fibra y nutrientes, no ha sido eliminada. Los alimentos integrales son fuente valiosa de nutrientes esenciales como fibra, vitaminas y minerales.
Ejemplos de alimentos integrales incluyen granos enteros como el trigo, la cebada, avena, arroz integral, quinua, frutas y verduras frescas, nueces, semillas y legumbres sin procesar.
Optar por alimentos integrales ofrece beneficios para la salud debido a la presencia de nutrientes adicionales.
El chocolate integral aun es una revelación. Este concepto que se popularizó con los panes integrales, aún no se aplica al chocolate.
La mayoría de chocolates comerciales ocultan deliberadamente la degradación del grano de cacao, triturándolo para extraer su manteca natural y en su lugar se la reemplaza por grasas industriales saturadas, perjudiciales para la salud.
Más del 90% del chocolate del mundo se elabora sin la totalidad de la su manteca de cacao, que es un 50% del peso total del grano. El consumidor no está al tanto de la pérdida de las propiedades alimenticias y medicinales de la manteca de cacao.
Muchos chocolates comerciales a más de grasas industriales incluyen productos químicos dañinos como preservantes, saborizantes, estabilizantes e incluso medicamentos para la digestión, contribuyendo a enfermedades cardiovasculares y problemas de obesidad.
En la actualidad los consumidores buscan productos más saludables, pero esta tendencia no se refleja en la creación de chocolate artesanales con toda la manteca de cacao que mejora la circulación sanguínea, la salud cardiovascular y la irrigación cerebral, lo que beneficia tanto a jóvenes como ancianos.
Se invita a los consumidores a exigir chocolates integrales, valorando su impacto positivo en la salud física y emocional. Se resalta la importancia de cuidar la salud de los niños, ya que las grasas industriales presentes en muchos chocolates comerciales pueden generar problemas digestivos y afectar su bienestar general. La necesidad de comprender y elegir conscientemente chocolates integrales se presenta como una forma de promover la salud y preservar la calidad de este indulgente manjar.