(Global).- Viajar con tu pareja, con tu mascota, con tus hijos, con tus colegas… pero ¿qué pasa con tu progenitor? ¿Acaso no se merece una epopeya compartida que haga que la relación se estreche a golpe de kilómetros, atardeceres y conversaciones existencialistas? Por eso, de cara a su día, la opción de plantearle una aventura mano a mano que recordéis toda la vida es un regalo muy válido. Ante esa situación, aquí va 8 propuestas para viajar con tu padre.
Peregrinación
No hay nada como compartir una buena ruta de peregrinación para unir a padres e hijos y fabricar momentos inolvidables. Las hay para todos los gustos, pero gana el Camino de Santiago por goleada. Sus argumentos van más allá de la mera cercanía y la comodidad del lenguaje. También tiene un componente gastronómico y una variedad paisajística y cultural que hace que cada etapa tenga un aliciente diferente, una conversación distinta. Eso sí, para los más atrevidos siempre les quedará otros paseos exóticos como el camino de Kumano (en Japón) o el de San Olaf en Noruega.
Pirineos
Quizás ya ha pasado ese momento en el que el Himalaya es, por decirlo de algún modo, un anhelo excesivo y suicida. Pero no por ello el cielo debe de ser una quimera ni las cumbres una meta irrealizable. En la misma puerta de casa están los Pirineos, una cordillera de picos vertiginosos y paisajes alucinantes (Ordesa y Monte Perdido, Aigüestortes, el Bohí etc.) donde perderse, desnudarse (metafóricamente) y recuperar la esencia orgánica de la vida. Patearlos con tu padre al lado es una forma fantástica de recuperar los anhelos excursionistas de la infancia cuando cruzar la M-40 era ir a otro planeta.
Cabo Norte
Vale, ni los naufragios a lo Stevenson, ni las leyendas de piratas ni el fin del mundo existen, pero eso no quita que no queden algunas aventuras por cumplir junto a tu ‘viejo’. La más civilizada e ilustrativa es llegar en caravana, tras un road trip políglota, al punto más septentrional del Viejo Continente. Una epopeya de miles de curvas, canciones y conversaciones tras cruzar casi una decena de países. Y, sobre todo, con un destino que es una metáfora de emociones y hazañas.
La Rioja
A esta entrañable comunidad autónoma le sobran los motivos para atraer a viajeros pluri-generacionales sin que a nadie le chirríe. Ser un buen hijo no es difícil si a tu padre le sientas en mesas como las Ezcaray (con Echaurren a la cabeza) le acompañas en paseos por las veredas de hayedos como el de La Agenzana y compartes un aperitivo –casto- por la calle Laurel. Y, por supuesto, si le sientas al calor de una barrica convertida en mesa en cualquier bodega y le hablas del vino como ejemplo de todo.
Nápoles
Sí, hay una ciudad italiana para todo. Para los enamorados, para los amigos, para los ‘foodies’ y hasta para ir con tu padre. Y esa es Nápoles, tan macha y macarra como siempre. Hasta no hace mucho era un territorio poco amigable con los turistas, pero eso ha cambiado y ahora la metrópolis de Campania exhibe sus encantos liderada por un Centro Histórico que es Patrimonio Mundial. A todo esto hay que sumarle las correrías de Maradona que hacen que su busto e imagen sea el souvenir más socorrido. Por supuesto no falta la buena dosis de historia para los progenitores más eruditos con su escapada a Pompeia o el garbeo sonrojado por el Gabinete secreto de su museo arqueológico.
Liverpool
Lejos de ser uno de esos caramelitos medievales que motivan cualquier escapada por Europa, Liverpool es una fábrica de iconos contemporáneos que siempre subyacen en una conversación padre-hijo. Para los mitómanos están los Beatles, el Cavern Club, Penny Lane y hasta su parque temático: Beatles Story. Para los futboleros, el siempre mítico estadio de Anfield, su ‘You’ll never walk alone’ y su estatua de Bill Shankly. Y para los amantes de la cultura, la TATE más pop e inquieta de las islas. Si se fusiona todo, la escapada es capaz de rejuvenecer a todos.
La Habana-Pinar del Río
Ante cualquier amenaza del paso tiempo, Cuba siempre es un antídoto perfecto. Y es que su capital no conoce ni el pasado ni el futuro ya que pertenece a su propio continuo espaciotemporal. Pasear por sus calles con tu padre al lado es entender que la música de Compay y Bebo tiene patria y que el mundo, o no se ha vuelto loco del todo, o tiene una alternativa menos voraz. Eso sí, sensaciones a un lado, el ron, el Caribe y los habanos son el mejor compañero de viaje y senectud, por lo que escaparse a la zona de Pinar del Río y degustar el mejor tabaco debería de ser un imprescindible
La ruta del whisky escocés
Es bastante probable que la región del Speyside no aparezca en los mapas de deseos de madurez, pero es por puro desconocimiento. Y es que en esta porción de las Highlands de Escocia crecen las maltas más elegantes y codiciadas por lo que solo una palabra puede venir a la cabeza al oír hablar de ellas: whisky. Aquí todo lo vertebran las destilerías, por lo que sorprender con un road trip uniendo algunas tan míticas como Cardhu, Gleenfiddich o Macallan estrecha cualquier tipo de lazo paterno-filial. Y si no, para eso están los castillos, los fantasmas y hasta una visita salvaje a Inverness, con juegos salvajes de por medio. (traveler.es)