(Ecuador).- El monumento a la Mitad del Mundo, cerca de Quito, luce hoy una gigantesca peluca sobre su esfera para llamar la atención sobre los estereotipos y discriminación que sufren los niños que han perdido el cabello al ser sometidos a tratamientos contra el cáncer.
Esta actividad marcó el inicio de una campaña de la Fundación “Cecilia Rivadeneira”, que apoya a niños con cáncer y que también busca crear una “escuela-granja”, la primera en su tipo en el país para menores que padezcan esta enfermedad.
Wilson Merino, director de la fundación, aseguró en entrevista con Efe que el sistema educativo en el país no contempla este tipo de situaciones en su labor formativa, ya que los niños que padecen cáncer requieren de un acompañamiento especial.
Por ello, la campaña incluye acciones de recogida de aportes voluntarios de la población para llevar adelante el proyecto que ya cuenta con la ayuda del Municipio de Quito y de la prefectura de la provincia de Pichincha, donde se encuentra la capital.
Además, Merino comentó que la iniciativa de poner una peluca gigante al monumento a la Mitad del Mundo busca sensibilizar a la gente sobre esta enfermedad, particularmente en el caso de infantes que a corta edad también sufren de problemas conexos como la discriminación.
Asimismo, decenas de activistas voluntarios de la fundación repartirán material gráfico para concienciar a la población sobre “el cuidado especial” que requiere un niño con cáncer.
Los niños sin pelo por los tratamientos contra el cáncer “se sienten distintos, extraños y se sienten mal”, lo que dificulta su desempeño escolar y en ocasiones les lleva a abandonar el ciclo formativo, indicó Merino.
La pobreza es otro factor que afecta al sector, pues según estadísticas de la Fundación, el 87,5 % de la población con cáncer proviene de familias con ingresos menores a los 500 dólares mensuales y en las que muchas veces las madres no trabajan por atender a sus hijos.
Además, uno de cada dos niños que padecen cáncer no asiste con regularidad a la escuela por temor al acoso de sus compañeros, pues la discriminación es uno de los principales factores que afectan a estos menores, remarcó Merino.
Por ello destacó la importancia de la creación de la “escuela-granja”, que conjugará educación oficial, relación con la naturaleza y cuidados especiales a los pacientes.
Este modelo, que ya se ha aplicado en otro países de América Latina, supone un tipo de educación “uno a uno”, con profesores que se dedican a formar a cada alumno y proveerles cuidados necesarios.
El objetivo es construir un espacio “para ellos”, con infraestructuras y servicios adecuados a sus necesidades, con normas de bioseguridad muy altas, atención médica permanente y apoyo psicológico, además de ofrecer un sistema de educación compatible con la normativa del Ministerio del ramo.
La fundación, agregó Merino, fortalecería las “áreas extra curriculares”, donde se brinde, sobre todo, especial atención en artes escénicas, musicoterapia, deportes y artes plásticas.
Y es que “el artes es una herramienta fundamental para ofrecer una visión más amplia del mundo y para que los niños puedan desplazar todos esos sentimientos de frustración que tienen”, dijo.
Colocar una peluca gigante en la esfera calva del monumento a la Mitad del Mundo representa “la alegría y el optimismo” que debe crecer en los niños que intentan superar el cáncer, además de convertirse en un mensaje para el mundo, agregó.
La Fundación “Cecilia Rivadeneira” cumple una década de trabajo en favor de los niños con cáncer, pero el reto de crear la “escuela-granja” aparece ahora como su mayor desafío, pues para Merino es una gran oportunidad para mejorar la situación de cientos de menores ecuatorianos y sus familias que conviven con la enfermedad. (lahora.com.ec)