Viajar cerca es viajar consciente. Además, pocos planes hay más gratificantes que descubrir joyas en casa. España y Portugal es eso, viajar y sentirse en casa.
Es hora de soñar con todas esas escapadas que quieres para el próximo año y… hacerlas realidad.
Si quieres saber (y viajar) más, no te pierdas nuestra lista global de destinos internacionales 2025.
1.-Cáceres, España
Por qué ir: porque la magia ancestral de su casco antiguo se complementa con todo tipo de opciones de ocio moderno, museo de arte contemporáneo incluido.
Cáceres siempre sorprende. Aunque el tiempo parezca no pasar en su medieval casco antiguo, sus callejuelas en realidad son un verdadero hervidero de planes. Ya seas de música en directo, de artesanía o de darte homenajes gastronómicos, la ciudad extremeña es de esos lugares que, aunque pequeños, tienen de todo, empezando por su magnífico Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, una joya que abrió en 2020 y que rápidamente pasó a posicionarse como uno de los mejores enclaves artísticos del país. Con más de 3.000 obras en su catálogo, siempre merece la pena echar un ojo a sus exposiciones temporales –el primer semestre de 2025 contará con la primera gran exposición antológica en Europa dedicada a Ryan Gander–. Además, todo amante de la arquitectura caerá rendido ante la belleza modernista del lugar.Pero suma y sigue.
En Cáceres se come muy bien y buena culpa de ello la tiene Atrio, el triestrellado restaurante de Toño y José que, además, cuentan con una versión más económica pero igual de interesante: Torre de Sande. Ellos firman también otra de las últimas novedades hoteleras: 11 suites ubicadas en una casa-palacio repletas de arte, mobiliario de diseño y detalles exclusivos. Y si Casa Paredes ya demuestra que en Cáceres se está de lujo, lo confirma el futuro Hotel Hilton que se está construyendo en el Palacio de Godoy de Cáceres, que espera terminar sus obras de construcción en los próximos meses y abrir sus puertas en la primavera de 2025. Lo dicho, Cáceres nunca pasa de moda.
2.-Girona, España
Por qué ir: porque pasear por sus calles es un viaje en el tiempo y entre ellas se esconde lo mejor de la gastronomía tradicional y vanguardista. Aquellos que dicen eso de ‘hasta que no lo veo, no lo creo’ es porque no han estado nunca en Girona.
La ciudad catalana es difícil de asimilar incluso con los pies sobre sus calles. Sus construcciones son tan impresionantes que parecen un decorado de película, pero eso es porque realmente lo es y los fans de Juego de Tronos lo saben. Aquí se rodaron muchas de las escenas de la famosa serie, y es lógico teniendo en cuenta que su entramado te traslada de un plumazo al pasado, a una época medieval en la que los cuentos de reinas y príncipes eran posibles.Este viaje en el tiempo se puede vivir a los pies de la larga escalinata que culmina en su imponente Catedral, con la nave gótica más ancha del mundo, o contemplando las casas de Onyar a orillas del río. También en los populares Baños Árabes o en el Monasterio de San Pedro de Galligants. Incluso podrás observar su casco histórico desde las murallas que lo delimitan, como si formases parte del cuento.
Lo bueno de Girona es que cuidan su patrimonio con tanto mimo, que incluso lo extienden a sus novedades. Por ejemplo, a recientes aperturas hoteleras como Palau Fugit, una suerte de palacio del siglo XVIII transformado en un hotel boutique de 25 habitaciones situado junto a todas las paradas imprescindibles de la ciudad y cuya visita también se ha convertido ya en una obligación en el mapa.La ciudad siempre ha demostrado una maestría envidiable a la hora de conjuntar tradición y vanguardia y la prueba de ello siempre ha sido el famoso Celler de Can Roca. Los hermanos Joan, Josep y Jordi se han convertido en fieles representantes de la gastronomía española en general y de la cocina gerundense en particular. La magia no solo la demuestran en el plato, sino también en las habitaciones de Casa Cacao, un hotel boutique, tienda, obrador y chocolatería que abrió sus puertas en 2020 de la mano de Jordi Roca y su cuñada Anna Payet y que se unió rápidamente a la lista de éxitos de la familia.Se podría dedicar un libro entero precisamente a los triunfos de Girona, a sus museos, restaurantes, hoteles, monumentos y hasta eventos –otro de los imprescindibles es visitarla en mayo durante Girona, Temps de Flors, la fiesta que convierte la ciudad en una increíble exposición floral–. Poco más se puede decir de una localidad que el año pasado ya gozó del privilegio de ser una de las 15 mejores ciudades pequeñas del mundo para vivir.

3.-La Gomera (Islas Canarias), España
Por qué ir: un nuevo hotel es la excusa, la definitiva, para descubrir esta pequeña gran isla
La Gomera es para ti, porque, sencillamente, te hará bien. Nos hace bien a todos los que vivimos a ritmo rápido, los que vivimos rodeados de semáforos. En ella hay poco turismo y es sano y tranquilo. Todo lo es en un lugar que tiene un ritmo meloso y lento, como el acento y los “mi niña” que suenan desde que la pisas con unas zapatillas de deporte o unas cholas que no te quitarás.
Todos los destinos de España, de donde sea, son singulares, pero unos más que otros. La Gomera lo es. Tiene una paleta propia. La reconocerás por los verdes del Parque Nacional de Garajonay, los azules del mar y los grises de la arena y de las paedes de Bancal, el precioso hotel que llegó hace unos meses a la isla, te lo contamos en primicia, para llenarte de razones. No hay excusa.
Hay fogonazos naranjas y violetas en la Playa del Inglés, donde te sentarás en un pareo sobre la arena negra a ver el mejor atardecer de la isla. Y también en los platos de camarones que comerás como pipas en Valle Rey Bravo, uno de esos pueblos que queremos que nadie conozca y, a la vez, que visite todo el mundo. Esta duda persigue a quien viaja a La Gomera: ¿la compartimos o nos la guardamos? ¿contar o no contar? Siempre contar, pero a quien sepa escuchar.

4.-Matarraña (Teruel), España
Por qué ir: paisajes de ensueño y un cielo único para ver las estrellas.
La comarca aragonesa del Matarraña es un lugar custodiado por imponentes montañas y arropado por bosques de pinos, olivos, robles y almendros. Aquí, la naturaleza marca el ritmo de la vida, y la banda sonora corre a cargo de los grillos, los búhos, el arrullo del viento y el rumor del río. Al caer la noche, el brillo de las estrellas acapara todas las miradas, sin ningún obstáculo que ose interponerse entre los límites de lo humano y lo divino.
Puede que estemos ante la confirmación definitiva de que la belleza está en el interior aunque también hay que apuntar que el misterio se ha ido desvelando poco a poco, en parte gracias al boca a boca, pero también a las iniciativas de los vecinos y de los emprendedores que han apostado por establecerse en la zona –aquí viven artistas de todos los campos, productores de aceites premium, expertos astrónomos, escritores y artesanos–.
El Matarraña está compuesto por 18 localidades encabezadas por Valderrobres, la capital. Su población total no alcanza los nueve mil habitantes, pero esa cifra alude al censo oficial, puesto que hasta este rincón acuden gentes de todas partes a encontrar su pequeño remanso de paz.
El río Matarraña da nombre al territorio, salpicado de cascadas, piscinas naturales, rutas de senderismo y ciclismo, campos de cultivo que sirven de sustento a las cocinas de los alrededores y pintorescos pueblos donde caer rendido ante el bucólico hechizo de lo rural. La Fresneda y su antiguo castillo; Cretas y sus experiencias de oleoturismo; Beceite, puerta de entrada al Parrizal y sus pasarelas de madera sobre aguas turquesas… Todos tienen algo que ofrecer.
Aquí no hay hoteles –no podemos llamar así a sus alojamientos únicos, como Torre del Marqués y El Convent 1613–, sino imponentes masías históricas, acogedoras casitas donde leer al calor de la chimenea y conventos reconvertidos en refugios donde olvidarse del mundo.
En 2025, el Matarraña seguirá apostando por el turismo activo y la cultura, con talleres de escritura, pintura y artesanía, espectáculos de teatro y conciertos. Además, pondrá especial énfasis en la observación del firmamento: Torre del Visco y Mas de la Costa, alojamientos con calificación Starlight, ya preparan sus telescopios y programas llenos de novedades, con talleres y charlas para estar un poco más cerca del cielo.

5.-Padrón (Galicia), España
Por qué ir: sus pimientos son solo la excusa. Súmale una de las mejores parrillas de España o la casa de Rosalía de Castro en un rincón auténticamente gallego.
Unos pican y otros no. Sin embargo, cuando uno prueba los verdaderos pimientos de Padrón, los que se sirven en Taberna O Pemento, por ejemplo, solo querrá volver y volver. Es más, en realidad son de Herbón, una parroquia coruñesa que pertenece a Padrón. Pero de eso ya hablaremos.
Otro ilustre vecino de esta zona, parada clave en el Camino de Santiago Portugués, a medio camino entre Rías Baixas y Santiago de Compostela, es nada menos que la escritora Rosalía de Castro, cuya casa natal es un museo visitable en Matanza, ota parroquia de Padrón. ¿Más razones para descubrir este área donde manda la naturaleza y el mar queda a dos pasos? El galardonado restaurante O Pazo, uno de los templos parrilleros de España y del producto gallego. Porque lo que hacen aquí los hermanos Vidal con el fuego y las navajas, los longueirones, el lumbrigante (bogavante), la anguila, la palometa roja o la vaca rubia gallega es inolvidable. Y cada vez va a mejor. Un consejo: no te vayas sin descubrir el mirador Monte da Muralla.
6.-Salamanca, España
Por qué ir: la ciudad vive un gran momento gastronómico y con nuevas apuestas por el lujo hotelero.Se da tanto por hecho que Salamanca es una de las ciudades más bonitas de España… que a veces incluso nos olvidamos de recordarlo.
No hace mucho, un conocido empresario hotelero lamentaba en un encuentro informal que, “si nos vendiéramos tan bien como hacen nuestros vecinos italianos, Salamanca y Zamora serían por derecho propio nuestras Florencia y Siena”. No le faltaba razón.Patrimonio de la Humanidad, la ciudad castellana es famosa, famosísima, gracias a su Plaza Mayor, joya del barroco firmada por el arquitecto Alberto de Churriguera. Pero también por su Universidad, la más antigua de España (1218) y una de las más antiguas de Europa. En la fachada plateresca de su edificio deberás encontrar la famosa rana sobre la calavera, sobre todo si eres estudiante y aspiras a aprobarlo todo. Un paseo por el centro te llevará de joya en joya: a la fastuosa Clerecía, la Casa de las Conchas y el Palacio de Monterrey, concentrado todo en la preciosa calle Compañía; a la Catedral Vieja y la Catedral Nueva; al Palacio de Anaya; al Convento de San Esteban…
Podríamos viajar desde el románico al art nouveau (ay, la Casa Lis) sin salirnos de apenas unas calles y siempre boquiabiertos. Porque así es Salamanca.La reciente apertura de un nuevo hotel boutique de lujo, Eunice, que te contamos aquí en primicia, se suma ahora a otros iconos de la hotelería en la ciudad, como Rector, Grand Hotel Don Gregorio, Hospes Palacio de San Esteban y el famoso Castillo de Buen Amor, un bucólico castillo medieval ubicado en pleno campo, a veinte minutos de la ciudad.La gastronomía también sigue escalando posiciones gracias al trabajo de grandes como En la Parra, Víctor Gutiérrez, El Mesón de Gonzalo, favorito de estrellas del cine, políticos y deportistas, Bambú, Tapas 3.0 y Consentido, entre otros. Pero es que hay más. A las afueras encontrarás templos incontestables de la cocina española como Rivas (Vega de Tirados) Don Fadrique (Alba de Tormes) y Casa Pacheco (Vecinos).
7.-Sevilla, España
Por qué ir: historia, pasión, belleza y una luz que embruja a quien la mire“Lo malo no es que los sevillanos piensen que tienen la ciudad más bonita del mundo… lo peor es que puede que tengan hasta razón”.
Nunca sabremos si Antonio Gala se arrepintió de pronunciar aquel “puede”, lo que sí podemos afirmar es que no hay viajero que se muestre indiferente a la belleza de Sevilla, a ese duende que habita en sus calles y taconea en la orilla del Guadalquivir.Sevilla es mucho más que un destino, es un canto a la esencia de España. Sus calles, bañadas por la luz dorada del sur, invitan a perderse en un laberinto de historia y leyenda donde las huellas de las distintas culturas que han pasado por aquí se mezclan con galerías de arte moderno y emocionantes proyectos hoteleros y gastronómicos.
Bares y tabernas de toda la vida, como Casa Plácido, El Rinconcillo, o el Patio San Eloy, conviven en armonía con espacios más jóvenes, como Ovejas Negras y Sal Gorda, y alegrando el paladar con tapas llenas de sabor y brindis compartidos. Para los más sibaritas, opciones como el onírico Casa Ozama o los estrella Michelin Cañabota y Abantal son la prueba prueba de que la cocina sevillana es un arte en constante renovación.En lo que a hoteles se refiere, en 2024, la ciudad ha dado la bienvenida a Only YOU Sevilla –en el cual fuimos los primeros en hacer check-in– y ya ha activado la cuenta atrás para la inauguración del cinco estrellas Gran Lujo que Serras Hotel Collection abrirá próximamente.
En 2025, Sevilla será escenario de multitud de eventos como Routes Europe (abril), el mayor congreso dedicado a la conectividad aérea europea; el Congreso ITS Europa, el mayor evento europeo dedicado a la movilidad sostenible en las ciudades; Cultourfair (septiembre), la única feria internacional B2B de turismo cultural premium y MICE del mundo; y APG World Connect (octubre), el encuentro mundial de los líderes de la aviación.Y, por supuesto, no nos perderemos el acontecimiento más importante y emblemático de Sevilla, la Semana Santa, que este año tendrá lugar del 13 al 20 de abril.Sevilla, que nunca deja de renovarse ni de honrar sus tradiciones, nos espera en 2025 para mostrarse en todo su esplendor, atrapando a quien se atreva a visitarla en un hechizo que será difícil de olvidar, un embrujo indescriptible que solo se comprende cuando, sin saber cómo, “te pasa Sevilla”.

8.-Sierra de Arrábida, Portugal
Por qué ir: a un paso de Lisboa, el rincón favorito de quienes no quieren ser vistos.
Es uno de los secretos mejor guardados de los portugueses, especialmente de los lisboetas. Desde hace años, muchos, observan cómo el resto del mundo clava la vista en lugares como Comporta y Melides, no lejos de aquí, o Tavira, en el mediático Algarve. Mientras, siguen disfrutando de sus apacibles veranos en la Sierra de Arrábida.
Situada entre Setúbal, que a cada visita luce más bonita, y la más turística Sesimbra, esta impresionante zona protegida abarca casi 11.000 hectáreas de costa, montañas de piedra caliza, vegetación mediterránea y calas de arena dorada que recuerdan casi más al Mediterráneo que al inmenso Atlántico al que pertenecen. Su reciente candidatura a Reserva de la Biosfera de la UNESCO, cuyo objetivo es promover la conservación, la investigación científica y el turismo sostenible, refleja el cuidado y atención que merece.
Si te gusta la naturaleza, este es sin duda tu lugar. Porque verás a los delfines saltando de un lado a otro en la Reserva Natural del estuario del Sado, porque podrás contemplar a los pájaros en Moinho de Maré da Mourisca, porque bucearás entre una riquísima fauna y flora marinas. Porque su flora es inmensa.
En lo gastronómico, este rincón ofrece más de lo que imaginas. No solo los excelentes vinos con DOC de Setúbal, especialmente su célebre moscatel y el tan querido Periquita, el primer vino tinto embotellado en Portugal gracias a las históricas bodegas de José María da Fonseca, también el famoso queso de Azeitão, un pueblo del que resulta imposible no enamorarse al instante. Y más: el choco frito, que probarás en cualquier mesa, y las riquísimas anguilas fritas, enguias en portugués. Para alojarse, al ya clásico Casa Palmela, un remanso de paz miembro de Small Luxury Hotels que ofrece además excelentes retiros de yoga, se unen otros como el eco-lodge Villa Epicurea y Senhora do Cabo, ambos entre Sesimbra y Aldeia do Meco, convertida ya en la Comporta de los que no quieren Comporta. Pero no se lo digas a nadie.
9.-Toledo, España
Por qué ir: porque nunca pasa de moda.Situada en el corazón de España, Toledo acoge a casi un millón de turistas cada año. No es extraño que sea una de las paradas clave por su abrumadora combinación entre historia, cultura, arte, gastronomía y tradición. Porque “la ciudad de las tres culturas” nunca cansa.
Su casco histórico es uno de los más bonitos de España y se merece ser descubierto sin prisas. Por eso, este 2025 vete pero quédate a dormir. Disfrútala de noche con una las visitas nocturnas a su majestuosa Catedral, que se producen dentro del marco de la celebración del octavo centenario del templo primado de la ciudad. O estrena uno de los últimos hoteles en llegar a la ciudad: el boutique Áurea Toledo, un viaje al pasado compuesto por siete casas-patio medievales completamente restauradas en pleno casco antiguo. Más los que están por llegar, porque aún se sabe poco, pero está confirmado que la Casa del Armiño, una mansión renacentista que perteneció a la familia de El Greco, se convertirá también en hotel.
Sin duda Puy du Fou es una de las mejores excusas para volver a la Ciudad Imperial. Porque si aún no has estado, este parque temático no te dejará indiferente. Y si ya lo conoces, apunta: La Guerra de Independencia será el nuevo espectáculo exterior que para 2025 quiere tener operativo.También es novedad el templo parrillero Essentia que, desde Tarancón, abría este verano una segunda sede aquí –en la vecina urbanización Las Nieves–. Porque en Toledo no solo hay tapas, ni se come solo perdiz estofada o carcamusa (aunque de hacerlo, que sea en la centenaria Venta de Aires). Más allá de las tabernas tradicionales espera un buen número de cocineros que tienen claro que lo que buscan es sorprender a los paladares más exigentes. Lleva tiempo haciéndolo el biestrellado Iván Cerdeño con su Cigarral del Ángel, pero también el restaurante con alma nipona Sanchez Beato, en La Orza, Casa Tabordo o en Botero. ¿Para completar la escapada? Tras una paseo largo entre sus calles empedradas, antiguas iglesias, sinagogas, mezquitas y palacios, darse un chapuzón en los baños árabes de Medina Mudéjar. Y si te gusta el arte, la Colección Roberto Polo nunca defrauda.
10.-Valle del Douro, Portugal
Por qué ir: todo un ejemplo de cómo crear un destino de ensueño alrededor del vino.Mejor en tren. Si vienes a ver el Douro y Alto Douro, toma el tren desde Oporto, en São Bento. Un tren vetusto como la estación, una especie de vagón de metro soviético, bien restaurado.
Siéntate al lado de la ventana y no toques la puerta, porque se abre. Deja que entre el aire, aunque haga frío. Apaga el móvil, cierra el libro. Y que el paisaje se vaya dibujando. Que la temperatura cambie tras los túneles, que baje según el tren sube y que vuelva a subir cuando el valle se despeje. Es lento, pero en Portugal no puedes tener prisa.No uses el tren para llegar, avanza con él, asomado a la ventana del lado derecho, que es donde aparecerá el río Douro cuando sea oportuno.
Con él, vienen los olores –churrascos en los apeaderos, sardinas asadas, flores, unas obras–, las imágenes –rocas graníticas primero, que se erigen para perfilar el valle que bordeas y que luego se cubren de vegetación, de viñas y de bancales–. Es ahí, has llegado. No hace falta leer el letrero. Será Régua o quizá Pinhão. Si decidiste seguir, no pasa nada. Superas la presa, cruzas el puente de hierro y, como mucho, llegarás a Pocinho. Vale también. Busca una tasca y que te echen lo que tengan, que va a estar bien. –Brais SuárezLa belleza del Douro no es nueva, tampoco su magnetismo internacional. Hotelazos recientes como Torel Quinta Da Vacaria y Quinta Nova de Nossa Senhora do Carmo se suman a otros que merecen por sí mismos el viaje: Quinta da Côrte, Six Senses Douro Valley, Douro41… Además, en 2025 podremos anunciar la apertura de nuevos y rutilantes hoteles a este paraíso.
Publicado en CONDÉ NAST TRAVELER.