Categories: Destinos Turisticos

Laguna de Quilotoa, esmeralda entre los Andes Ecuatorianos

(Ecuador).- A 3.940 metros, en medio del páramo de la provincia de Cotopaxi y decorada por los nevados Illinizas, se encuentra una laguna cuya ubicación y formación la hacen especial. La belleza de sus aguas color turquesa, en pleno cráter del volcán Quilotoa la convierten en el mayor atractivo del lugar. Esta majestuosa elevación forma parte de la Reserva Ecológica Los Ilinizas. Los campesinos que habitan alrededor son gente amable, que vive de la artesanía, del turismo y la ganadería. Entre la tranquilidad de la laguna, surge el misterio y la magia, donde se desarrollan leyendas de cómo se formó esta laguna. Una de ellas dice que hace un tiempo vivía en la superficie de la laguna un dios muy bravo y violento llamado Quilotoa, considerado el rey de todos los volcanes, y que en repetidas ocasiones se enfrentaba en destructivas batallas con el dios que vivía bajo la superficie de la laguna, llamado Toachi y en su última pelea (erupción del volcán) el agua se convirtió en un espejo que hasta hoy en día refleja el cielo.

Turismo comunitario en Quilotoa

Nuestro punto de partida es la ciudad de Latacunga. Al medio día, el frío nos recuerda que estamos cerca del “volcán sagrado”, el Cotopaxi, conseguimos un bus hasta la parroquia de Zumbahua en la Terminal, al subir notamos ya el ambiente que nos esperaba en el Quilotoa, hombres y mujeres que mantienen su vestimenta típica. Los sombreros, llamados “mariscal”, de color verde contrastan perfectamente con la pluma multicolor de pavo real, que llevan como adorno. Las mujeres con las mejillas rosadas, usan faldas de colores y chales tejidos. En Zumbahua aún tuvimos que tomar una camioneta por 30 minutos más hasta nuestro destino final. A lo que llegamos al poblado caminamos con nuestras mochilas cargadas -las aliadas en las que cabe todo lo necesario para viajar- hacia la laguna de Quilotoa; sin embargo, el poncho, los guantes y las gorras de lana no eran suficientes para soportar el frío de una tarde de lluvia, lo que nos cayó como una desagradable sorpresa, pues la laguna se ocultó tras la niebla, tímida ante los lentes de nuestras cámaras y nuestros ojos impacientes de disfrutar del paisaje.

Pero “no hay mal que por bien no venga”, dice una creencia popular. Decidimos pasar la noche ahí. Con bajo presupuesto y muchas ganas de hacer turismo comunitario, nos alejamos del sector de los hoteles y hostales en busca de una casa y encontramos más que eso, el calor de un hogar, la familia Jácome Latacunga, que nos abrió sus puertas. Esa noche cenamos una sopa de quinua y tomamos un canelazo, que nos abrigaron enseguida. Llegaron más turistas, tres extranjeros y dos nacionales, también en busca de compartir la cotidianidad de los habitantes del poblado. Luego de lavar los platos,  aprender un poco de quichua y de admirarnos de la habilidad de las mujeres para tejer, fuimos a descansar. La mañana era prometedora, ansiábamos ver el amanecer desde el cráter del volcán y si teníamos suerte y estaba despejado incluso ver a los Illinizas y al Cotopaxi.

Ver la laguna de Quilotoa es impactante

A las 06:00 el sol se nos adelantó, al llegar, ahí estaban las aguas de tono azul marino. Conforme se aclaraba el día, también el color de la laguna. El cielo totalmente despejado nos regaló a los nevados de fondo, como aderezo perfecto para el espectacular paisaje. Doña Lucía, buscaba a sus borregos, mientras yo aproveché para fotografiarla, su chalina fucsia le dio el contraste ideal que necesitaba para una buena composición en la toma. Unos turistas franceses que acamparon en la orilla de la laguna subían con una sonrisa de quien siente la misión cumplida. Vimos pasar a niños arriando rebaños y otros ofreciendo el servicio de caballos para bajar al cráter del volcán. En su interior se siente una paz sobrecogedora, un verdadero mar turquesa en medio de los Andes, lo que hace de este destino una experiencia única, tal como comentó Lydie Sarinova, la “gringuita” a la que conocimos: “Ecuador para mí es una grata sorpresa. No tenía muchas referencias y me encontré con país pequeño que lo tiene todo, como un buen perfume”. (Patricia Torres Orellana– ecuador.travel)

#NacidoparaViajar

Guido Calderon

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