(Global).- No te preocupes. La plataforma de internet que permite a los viajeros encontrar un sofá para dormir, todavía está en línea. Pero, tras los cambios en su última versión, ¿el espíritu original del couchsurfing sigue todavía vivo? Creado en 2004, la idea del Couchsurfing es simplemente genial: poner en contacto a viajeros con personas que les ofrecen alojamiento, por una o varias noches, de forma gratuita. Un sofá en el salón, un almuerzo modesto… pero conviviendo con gente local y gastando muy poco. Una forma ideal de viajar para los viajeros low cost que no quieran buscar un hotel.
“Acercar personas y lugares del mundo, crear intercambios de conocimientos, aumentar la conciencia colectiva, difundir la tolerancia y facilitar la comprensión cultural.”
Esa es la filosofía del Couchsurfing que lo hizo tan popular. Pero la popularidad tiene sus efectos secundarios. En 2011, la plataforma abandonó su condición de “sin ánimo de lucro” (hasta entonces sólo estaba financiada por las donaciones de sus miembros), lo que ocasionó numerosas críticas por parte de su comunidad, que denunciaron el enriquecimiento personal de sus fundadores, pero sobre todo la falta de transparencia de su nueva política de privacidad (algo similar a lo que ocurre con Facebook).
Couchsurfing.org ha muerto, ¿viva Couchsurfing.com?
Tras convertirse, de manera bastante traumática, en una compañía comercial, la empresa pasó por una serie de problemas financieros. Tras todos los cambios, ya no hubo más novedades de Couchsurfing. La comunidad, desde ya, siguió funcionando, pero no se supo mucho de las propuestas de modelos de negocios. Hasta que a fines de noviembre hubo una relanzamiento del sitio Web, y una apuesta bastante clara por apostar a un modelo freemium de financiamiento.
Por modelo freemium se entiende que la empresa espera cobrar por una serie de servicios extra. El punto central va a permanecer gratuito; en este caso, la búsqueda de alojamiento en casa de terceros. No es un tema menor, ya que justamente ahí reside el foco comercial de compañías como AirBNB. Pero un cambio de ese tipo, que buscara comercializar el núcleo de la propuesta, hubiera tenido dificultades serias. En primer lugar, la resistencia de sus usuarios, para los cuáles la gratuidad es fundamental. Dos, que de todos AirBNB ya está bien establecido en ese mercado comercial y sería muy difícil competir con ellos a partir de repetir el mismo modelo comercial. Y no sólo eso, numerosas funcionalidades se han suprimido, en especial aquellas que permitían limitar los riesgos de una mala experiencia couchsurfer:
– Eliminación del último lugar de conexión, importante para saber si la persona está ya realmente en el destino.
– Eliminación del sistema de cupones que se intercambiaban couchsurfers y anfitriones, un método muy fiable para comprobar la seriedad y buen hacer de los miembros.
– Eliminación de las búsquedas por experiencias pasadas.
– Ya no se pueden ver los contactos de tus amigos.
– La pertenencia a un grupo —algo muy práctico para identificar a miembros con intereses comunes— ahora está oculta en el perfil.
– Para verificar una dirección, ahora basta con pagar (¡25 dólares!), ya no se envía una postal física a la dirección.
– En las recomendaciones de seguridad (después de algunos casos de acoso sufridos por couchsurfers o anfitriones), sencillamente recomiendan “que las chicas busquen anfitriones o couchsurfers de su mismo sexo”.
Todos estos cambios han originado una avalancha de críticas por parte de los usuarios más antiguos de la plataforma. Críticas a las que, de momento, Couchsurfing.com está haciendo oídos sordos. (liligo.es)