(España).- No afirmamos nada nuevo al decir “¡qué bien se come en La Rioja!”. Y es verdad. La gran mayoría de los visitantes que recibe lo hacen atraídos por el vino y su gastronomía. Calles como la Laurel y San Juan de la capital riojana o el barrio de la Herradura de Haro son itinerarios que hay que recorrer y, a ser posible, en pandilla para disfrutar aún más de sus bares con sus barras bien surtidas de tapas y pinchos. Pero, hay que ir a Fuenmayor a darse un homenaje gastronómico en el restaurante Alameda, o a Haro a La Cocina de Ramón, o a Calahorra en Chez Nino o La Cuarta Esquina, o Ezcaraya El Portal del Echaurren, o, en fin, a Venta de Moncalvillo en Daroca.
El turismo está considerado como un “factor decisivo” para el futuro económico de La Rioja, dado que representa más del 10 por ciento del Producto Interior Bruto regional. La Rioja ha liderado en España la experiencia de transformar un producto de la tierra, el vino, en un activo turístico de primer orden a nivel nacional e internacional. Y el exitoso modelo de ecoturismo es una garantía para extenderlo al ámbito del turismo gastronómico.
Esta pequeña comunidad española ha desarrollado una concepción integral de la gastronomía como producto turístico, que se extiende desde la extraordinaria calidad de los sabores de sus productos agroalimentarios con sello Denominación de Origen, hasta la puesta en valor de estos productos, gracias a la tradición culinaria, el talento y la innovación de los cocineros y los fogones riojanos. El sector hostelero de Logroño y La Rioja apuesta de forma decidida por la excelencia en la oferta turística. Los 510 restaurantes de la Comunidad, desde los de alta gama al establecimiento familiar, y los 2180 bares expresaron su rotundo compromiso con el proyecto de Capitalidad Española de la Gastronomía, galardón que disfrutó en el año 2012.
LOGROÑO
En Logroño, ya hemos dicho, se respira un ambiente especial en sus calles Laruel y San Juan. La primera acostumbra acoger a más clientes foráneos, mientras que los logroñeses se inclinan por la segunda. Visita obligada es, también, al mercado de abastos de San Blas. Para conocer los productos de la tierra hay que meterse en este recinto, inaugurado en 1930, donde la combinación de materiales y formas y elementos de diferentes tendencias confieren al edificio un carácter ecléctico, donde la huerta cobra vida y los mostradores se enriquecen con buenas carnes, embutidos, pescados, chacinas, y frutos secos. Es un lugar que forma parte de la vida de la ciudad y es una gran atracción para los visitantes.
En la capital riojana, a la hora de sentarnos a la mesa hay mucho donde escoger. Nosotros sugerimos dos establecimientos: la Cocina de Ramón y la Taberna Herrerías. Pero, hay que ir a Fuenmayor a darse un homenaje gastronómico en el restaurante Alameda, o a Calahorra en Chez Nino o La Cuarta Esquina, o en la villa de Ezcaraya a El Portal del Echaurren, o, en fin, a Venta de Moncalvillo en Daroca
Hay que llegarse, además, a San Salvador de la Sonsierra para degustar la cocina de Casa Toni; o irse hasta Haro para sentarnos a la mesa en el restaurante Las Duelas, o en La Cocina de Ramón o acercarnos al Hotel Finca de los Arandillos, en Entrena. En La Rioja cada vez hay más bodegas que abren sus puertas al público. Una de ellas es la de Ontañón, donde el vino se da la mano con el arte, gracias a las obras que nos dejó el artista Miguel Sainz, un riojano ilustre y gran conocedor de las civilizaciones mediterráneas. El Museo Bodega Ontañón es un recinto que está abierto a visitas guiadas con notorio acierto, ya que recibe 12.000 al año..
Y no se pude dejar de visitar la bodega Dinastía Vivanco, el Museo de la Cultura del Vino, en la localidad de Briones, que atesora la mejor colección arqueológica y etnográfica. Esta singular instalación acoge un proyecto cultural y enoturístico, que es un referente en la innovación enológica. Durante el recorrido, el visitante puede conocer todos los componentes históricos, tecnológicos, sociales, culturales y artísticos que el vino nos ha legado, con un enfoque didáctico y enriquecedor. Además de a las visitas individuales o colectivas, el recinto está abierto a congresos y convenciones. Y para relajar nuestro cuerpo después de tanta actividad un tratamiento de vinoterapia en Salinespa “Diosas”, en el propio Logroño, donde manos expertas dejaran nuestro cuerpo en forma para seguir disfrutando de La Rioja de mesa en mesa.
Contacto: Andrés Alonso – adelsaja@gmail.com