(Ecuador).- Al descender alguno de los ríos amazónicos de la provincia de Napo a bordo de una balsa de plástico no resulta difícil imaginarse lo que sentía el marinero Marlow cuando navegaba por el río Congo en El corazón de las tinieblas, la célebre novela de Joseph Conrad. Cauces bravos flanqueados por acantilados salpicados de cascadas, una densa y exótica vegetación, aves paradisíacas y, por supuesto, inquietantes rápidos que permiten soltar adrenalina para unos cuantos meses.
A pesar de que muy poca gente lo conoce, Ecuador es uno de los grandes destinos mundiales para la práctica del rafting según National Geographic. Dentro de las opciones que ofrece el país, una de las mejores es Tena, a unos 185 kilómetros al sur de Quito pasando en su camino por la Ciudad de Baños de Agua Santa justo a las puertas de la selva amazónica. En esta aletargada localidad del noroeste de unos 25.000 habitantes se encuentran algunos de los ríos navegables más hermosos del país, así como numerosas compañías que ofrecen todo lo necesario para la práctica de este deporte.
Un día de rafting
La excursión más habitual es de un día a los ríos Jondachi o Jatunyacu, principalmente. La salida se realiza a las nueve de mañana y se llegan a navegar unos 25 kilómetros con dos paradas intermedias para comer en algún hermoso paraje y también para darse un chapuzón. El precio con todo el equipo, transportes, un almuerzo, guías y fotografías de la aventura tiene un costo de unos 60 dólares (50 euros aproximadamente).
En un pequeño malecón frente al rio Napo hay varios locales que ofrecen un amplio abanico de posibilidades, desde salidas familiares en aguas sosegadas hasta expediciones de varios días por ríos caudalosos de alta complejidad técnica, aunque lo más común en realizar una salida de un día a los ríos Jondachi o Jatunyacu.
Sin embargo las opciones de Tena no se reducen al rafting. En los últimos años la capital del Napo se ha erigido como un gran destino turístico especializado en deportes de aventura y actualmente la oferta se ha extendido a una amplia variedad de actividades: descenso de barrancos, kayak, parapente o senderismo a través de la selva. El hecho de que sea un destino que atrae a gente joven, mucha de ella extranjera, también ha generado una creciente oferta de ocio nocturno.
En las afueras de la ciudad, en un radio de no más de 20 kilómetros, también existen alternativas para descansar del remo. La cascada de Las Latas, las misteriosas Cuevas de Jumandy o el pintoresco puerto de Misahuallí, plagado de monos que acuden a darte la bienvenida –y de paso a darle rienda suelta a su voraz cleptomanía–, son opciones muy a tener en cuenta. (elviajero.elpais.com)