Andrés Alonso. Torrelavega.
El Círculo de Recreo de Torrelavega (Cantabria-España) ha convocado el VII concurso de ollas ferroviarias, que se va a celebrar el 15 de febrero, en la sede deportiva de Sierrapando. El presidente del Círculo, Miguel Remón, ha explicado que cada peña o cuadrilla deberá inscribirse hasta el 12 de febrero. Se establecen las categorías de socio y no socio.
El guiso a preparar deberá ser obligatoriamente de caricos con chorizo. Las alubias las facilita la organización y cada peña puede concursar con el número de ollas que desee. En la edición del año pasado tomaron parte 26 peñas.
La Cofradia de los Cocidos de Cantabria prestará su colaboración. El año pasado el mejor guiso fue para la Peña “A casa no”, el segundo para la Peña “Convento” y el tercero para “Amigos de Carlos Peón”. En cuanto a los socios del Círculo de Recreo los tres primeros fueron Elena Castillo, Miguel Remón y Jorge Martín.
La entrega de premios corrió a cargo de Miguel Remón, presidente del Circulo de Recreo de Torrelavega, y de Gabriel Argumosa, presidente de la Cofradía de los Cocidos de Cantabria. Al evento prestó su colaboración la granja quesería Cudaña.

OLLA FERROVIARIA
La olla ferroviaria o puchera es un plato gastronómico tradicional en lugares como Cistierna (León), Mataporquera (Cantabria) o Valmaseda (Vizcaya), que surgió vinculado al ferrocarril de La Robla, en el norte de España. La puchera u olla ferroviaria también es un aparato de cocina emparentado con la línea de La Robla, utilizado por los antiguos maquinistas, guardafrenos y demás personal ferroviario, para cocinar en los largos trayectos de esta línea. Este ferrocarril minero transportaba carbón desde las minas leonesas hasta las factorías del País Vasco —donde el guiso es conocido como putxera— atravesando en su recorrido las provincias de León, Palencia, Cantabria, Burgos y Vizcaya. Debido a la gran distancia, a la duración del viaje y al clima extremo que se vivía en el ferrocarril en invierno surgió la necesidad de cocinar un plato caliente durante el trayecto.1
La olla ferroviaria está compuesto de un recipiente metálico, donde se hace la combustión, junto con un puchero de porcelana o barro encajado en el recipiente, donde se deposita la comida; todo ello provisto de varias patas para la sujeción y un asa con empuñadura para su transporte. Su nombre varía según el punto del trazado donde nos encontremos, siendo «olla ferroviaria» en las zonas más meridionales y transformándose en «putxera» al aproximarnos al País Vasco.
Fue un invento de los agentes del ferrocarril de La Robla, allá por la primera década del siglo xx, para prepararse diariamente en ella las comidas y cenas cuando realizaban servicio en trenes o hacían reemplazos en estaciones. A veces estos reemplazos duraban seis, ocho y hasta quince días, sin poder regresar a sus domicilios. Cocinaban por lo general cocido de legumbres con su correspondiente carne, tocino, chorizo y morcilla, o patatas con carne y de esa forma comían caliente y económico. Al no haber en la mayoría de las estaciones fonda ni pensión donde pernoctar, el personal suplementario del servicio de estaciones llevaba también su catre o cama plegable para dormir en las dependencias de la estación (sala de espera, almacén u oficina).