(China).- China ha sido en la última década el principal socio comercial de Sudamérica y el principal financista, a cambio del petróleo ecuatoriano y venezolano, la soya argentina, el hierro brasilero, el cobre chileno y más materias primas (comodities) de alta demanda a excelentes precios, que han significado un crecimiento económico que ha tenido contentos a todos. Izquierdas y derechas han gozado de la popularidad que da el dinero.
La única preocupación al momento es que, de deteriorarse más la economía venezolana, será un dolor de muela para los chinos cobrar todo lo prestado -que es demasiado-, con los demás, sonrisas y abrazos, hasta ahora, que en el horizonte se ve algo parecido a una explosión de baja intensidad de la burbuja de los comodities, que con el petróleo por delante cayendo en picada, arrastra al suelo los precios de las demás materias primas que produce nuestra región y, sin dinero, empezará a moverse el péndulo electoral en nuestros países.
China no puede sino poner alfombra roja a sus proveedores que ahora le darán más materias primas a menor precio a cambio de su dinero -Rafael Correa trae $ 7.500 millones- con un severo deterioro de los Términos de Intercambio, lo que alentará en nuestros países a acelerar el cambio de matriz productiva, como principal medida para salir de la producción primaria y hacer un mejor uso del gigantesco mercado chino de 7.500 millones de personas.
En el plano turístico, todos quieren y sueñan traer chinos a nuestros países, pero es más difícil de lo que parece, aun suprimiendo los visados, entre Ecuador y China, lo más seguro es que se incrementarán sustancialmente nuestras visitas a ese maravilloso país, que ellos vengan a ver nuestras bellezas, dado que es muy difícil negociar con los touroperadores chinos, que una vez obtenidas todas las rebajas al proveedor de servicios turísticos -que ya ven la hilera de chinos ingresando en su hotel- volverán a renegociar tarifas una y otra vez, hasta que el hotelero abandonará el acuerdo, o en caso de mantenerlo será a tarifas que no le dejarán utilidad, a más que vendrá una infinidad de exigencias que nosotros ni imaginamos, como que el ingreso a las habitaciones debe apuntar en cierta dirección, detalles que para nosotros no tienen importancia alguna, pero que en la milenaria cultura china son fundamentales.
Además, los chinos tienen algo que nosotros perdimos hace mucho: paciencia, por lo que un touroperador puede empezar a hacer negociaciones 5 o 10 años antes de tener la intención real de venir a nuestros países y durante todo ese tiempo negociará como si viniera mañana con sus grupos, lo que terminará explotando la poca calma que tenemos. Países muy turísticos ya han gastado muchos viajes a China y llevan varios años recibiendo en sus países a empresarios turísticos de China y el flujo aún es insignificante. (Guido Calderón, TRAFFIC)