Por Guido Calderón
Mientras el sol brilla en las playas de Punta Cana, un oasis de serenidad se esconde en la sombra de un denso bosque tropical. La Reserva Ecológica “Ojos Indígenas” es un rincón de la República Dominicana que encierra la belleza y la biodiversidad de un paraíso natural.
La Reserva “Ojos Indígenas” debe su nombre a sus fuentes de agua dulce que emergen como ojos de la tierra en medio de la selva. Son 12 lagunas de agua cristalina que se alimentan de corrientes subterráneas, creando oasis de frescura en medio del clima tropical. Estas lagunas, rodeadas de exuberante vegetación, son el corazón de la reserva y han sido un lugar sagrado para los taínos, los habitantes originales de la isla, durante siglos. Su nombre en taíno es “Yauya,” que significa “agua de fuego,” un reflejo de la importancia espiritual de este lugar. Hoy en día, la reserva está comprometida con la conservación y la promoción de la cultura taína a través de exhibiciones y actividades educativas.
La Reserva Ecológica “Ojos Indígenas” es un paraíso para los amantes de la naturaleza y los observadores de aves. Aquí, más de 80 especies de aves han encontrado un hogar, incluyendo el barrancolí, el zunzún (colibrí) y el sinsonte. Además, es hábitat de especies endémicas como la cotorra de la Española que se puede observar en varios senderos que serpentean a través del bosque y a lo largo de las lagunas. Los visitantes pueden caminar bajo la sombra de árboles centenarios, descubrir cascadas escondidas y tomar un baño refrescante en las lagunas cristalinas.
La Reserva está comprometida con la conservación de su entorno natural. El equipo de la reserva trabaja incansablemente en la restauración del ecosistema local y en la protección de las especies en peligro de extinción. También promueven prácticas sostenibles, educación ambiental y se gestiona de manera responsable. El acceso está limitado y regulado para minimizar el impacto ambiental. Los visitantes reciben orientación sobre cómo mantener el equilibrio ecológico y se les anima a respetar la flora y fauna.
Venga a este refugio de tranquilidad en medio del bullicio turístico de Punta Cana. Los visitantes pueden disfrutar de la paz y la belleza de la naturaleza, lejos del ajetreo de las playas y los resorts. Es un lugar para la meditación, la contemplación, la conexión con la naturaleza y donde probar miel de abeja pura en este recordatorio de la importancia de la conservación, en un mundo cada vez más amenazado por la pérdida de biodiversidad. La reserva es un faro de esperanza que demuestra que la coexistencia entre la humanidad y la naturaleza es posible, por lo que los visitantes pueden experimentar la magia de un entorno natural intocado y aprender sobre la importancia de su conservación. Es un tributo a la historia, la cultura y la biodiversidad de la República Dominicana, y un recordatorio de que la belleza de la naturaleza debe ser valorada y protegida para las generaciones futuras.
Esta reserva tiene el total apoyo de Fundación Grupo Puntacana